Ya a principios del siglo XX, el arte latinoamericano comenzó a inspirarse
en los distintos movimientos surgidos dentro del modernismo europeo, como
fueron el cubismo,
el constructivismo o el surrealismo.
El muralismo
es uno de los principales movimientos artísticos surgidos en Latinoamérica y es
representado por pintores como Diego Rivera,
David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Rufino Tamayo
en México, y Pedro Nel Gómez y Santiago Martínez Delgado en Colombia.
El uruguayo Joaquín Torres García fue un representante
importante del constructivismo. Dentro del surrealismo algunos de los
principales representantes lo fueron el cubano Wilfredo Lam,
el chileno Roberto Matta, o la mexicana Frida Kahlo.
En la actualidad la pintura latinoamericana es
altamente heterogénea e individual. Entre los artistas de la región que
sobresalen internacionalmente cabe mencionar al argentino León Ferrari,
los brasileños Vik Muniz y Cildo Meirelles, el
chileno Claudio Bravo, el colombiano Fernando
Botero, el ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, los mexicanos Francisco
Toledo, Manuel Felguérez, José Luis Cuevas, Pedro
Friedeberg, Ignacio Barrios, Jorge Marín,
Luis Nishizawa Flores, los peruanos Teodoro Núñez Ureta y Fernando de Szyszlo, entre muchos otros.
El
arte latinoamericano comienza propiamente con la llegada a América
de los pueblos latinos procedentes de Europa (españoles, portugueses,
italianos,
franceses).
Si bien había previo a la llegada de los latinos un amplio desarrollo artístico
de parte de las distintas culturas indígenas que habitaron el continente antes
de la invasión española en el siglo XVI, y éstas influenciarían los desarrollos
artísticos regionales, no se les puede catalogar como 'latinoamericanas' ya que
estos pueblos no hablaban una lengua latina.
El arte de estos pueblos se cataloga más bien como precolombino.
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